Es el movimiento que un cuerpo celeste realiza alrededor de su propio eje. Su velocidad determina, en un planeta, la duración del periodo de rotación, es decir, del día. Una velocidad de rotación elevada comporta, sobre todo en los cuepros celestes de baja densidad media, un marcado achatamiento en los polos y un ensanchamiento en el ecuador a causa de las fuerzas centrífugas.